Si miras un volcán activo en directo, parece un caos: humo, ceniza, chorros de lava… Pero detrás del espectáculo hay una anatomía bastante clara.
En esta guía te vamos a explicar la estructura de un volcán por dentro y por fuera, y qué cosas se ven en las erupciones que no son partes del volcán, sino productos que aparecen durante el proceso. Queremos que termines con un mapa mental sencillo para reconocer cada pieza cuando vuelvas a ver un volcán en foto, en vídeo o, con suerte, desde un mirador.

Antes de empezar ¿por qué dividimos un volcán en zonas?
Para que entiendas los componentes de los volcanes sin confusiones conviene separarlos en tres capas:
- Estructura interna: lo que no vemos a simple vista, pero sostiene todo el sistema (cámara magmática, chimeneas y red de intrusiones). Aquí se cocina el magma y se decide si una erupción será tranquila o explosiva.
- Estructura externa: el edificio volcánico y sus aberturas (cráter, caldera, cono principal, conos adventicios, fisuras, domos, zonas de gases). Es lo que observamos en el paisaje y lo que cambia con el tiempo a base de apilar materiales.
- Productos y fenómenos: lo que sale durante una erupción (columna eruptiva, piroclastos, coladas de lava, gases). Son temporales o cambian rápido, no forman el esqueleto del volcán, aunque sí lo moldean con el paso de los años.
Haciendo esta división desde el principio evitamos mezclar «huesos» con «músculos»: primero entendemos la arquitectura, luego vemos lo que circula por ella y cómo se deposita.
Partes internas de un volcán
Antes de entrar en cada pieza de la estructura, hagamos una foto mental del volcán y sus partes internas: bajo el paisaje que vemos en superficie existe una red donde el magma se almacena, se transforma y busca salida. Esa red está compuesta por reservorios, conductos principales, ramales laterales e intrusiones que quedan fosilizadas cuando el magma se enfría.
Cámara magmática (reservorio)
La cámara magmática funciona como el almacén donde el magma se reúne y evoluciona antes de cualquier erupción. Esta repleta de volúmenes de roca caliente con poros y fracturas interconectadas por donde circula el fundido.
En su interior suceden procesos como la cristalización fraccionada, la mezcla de magmas y la asimilación de rocas encajantes; con ellos cambian la viscosidad y el contenido en gases, dos variables que condicionan el estilo eruptivo. La presurización llega cuando los volátiles disueltos exsolvan y aumentan el empuje hacia arriba.
Como esta cámara está oculta, los profesionales la identifican de manera indirecta: mediante la sismicidad características, deformaciones del terreno medidas con GPS o InSAR y cambios en la geoquímica de gases y rocas.
Chimenea volcánica (conducto principal)

La chimenea comunica la cámara magmática con el cráter y funciona como vía preferente de ascenso. Durante el trayecto, el magma se desgasifica y arranca fragmentos de las paredes, lo que modifica el diámetro del conducto con el tiempo.
Hay episodios que lo abren más por el efecto de explosiones internas, y otros en los que materiales muy viscosos quedan atascados y bloquean parcialmente la salida. Ese tapón, frecuente en magmas ricos en sílice, eleva la presión interna y aumenta la probabilidad de fases más explosivas.
Conductos secundarios y fisuras alimentadoras
Además del eje principal, muchos volcanes desarrollan ramales que desvían parte del flujo hacia los flancos. Esos conductos laterales pueden alimentar bocas secundarias o emerger alineados a lo largo de grietas rectas en el terreno.
Cuando predomina este comportamiento hablamos de erupciones fisurales, típicas de episodios donde el magma busca varios puntos de salida al mismo tiempo. Esta red lateral explica la aparición de conos menores en el edificio y la activación simultánea de varios focos durante una misma crisis.
Diques (dikes) y sills (filones capa)

Dentro de la corteza quedan intrusiones tabulares que cuentan la historia de cómo se movió el magma. Los diques cortan las estructuras previas y suelen disponerse en posiciones verticales o muy inclinadas, de modo que actúan como corredores hacia niveles superiores.
Los sills, en cambio, se insertan entre capas y son más horizontales, por lo que no acostumbrar a aflorar en el cráter, aunque sí condicionan la arquitectura y la estabilidad del edificio.
Partes externas de un volcán
Si las partes internas son el motor escondido, las externas son el escenario que todos podemos ver. Lo que llamamos edificio volcánico se va formando con el material expulsado durante distintas erupciones, y sobre él aparecen aberturas y estructuras que cambian con el tiempo. Algunas se generan de manera puntual y otras permanecen durante miles de años, pero en conjunto son las que definen la silueta del volcán en el paisaje.
Cráter (boca eruptiva)

El cráter es la abertura principal del volcán. Tiene forma de depresión y por él emergen lava, fragmentos sólidos y gases. Su aspecto depende del tipo de erupción: algunos son circulares y someros, mientras que otros son más profundos o irregulares por los colapsos en sus bordes.
En ciertos volcanes, sobre todo los de lava muy fluida, puede llegar a alojar un lago de lava visible en la superficie.
Caldera (depresión por colapso)
Aunque a veces se confunde con el cráter, la caldera es una estructura distinta. Se trata de una depresión mucho más grande, de varios kilómetros de diámetro, que se forma cuando el techo de la cámara magmática colapsa tras una gran erupción o por un vaciado parcial del reservorio.
Sus bordes muestran anillos concéntricos y escarpes de colapso, rasgos que la diferencian de los cráteres más pequeños.
Cono volcánico y conos adventicios

El cono principal es el propio edificio del volcán, formado por la acumulación de coladas de lava y depósitos piroclásticos alrededor del conducto central. Su pendiente depende del tipo de magma y del estilo eruptivo.
En los flancos pueden surgir conos adventicios, también llamados parásitos, que se originan cuando el magma encuentra una salida alternativa por conductos secundarios. A veces se organizan en alineaciones si se asocian a fisuras.
Fisuras eruptivas y bocas secundarias
En lugar de salir por un punto central, el magma puede aprovechar grietas abiertas en el terreno. Las fisuras eruptivas son fracturas lineales que pueden extenderse varios kilómetros, emitiendo lava a lo largo de todo su recorrido.
En algunos casos generan pequeños conos de escoria o campos de lava extensos que remodelan rápidamente el paisaje
Domos de lava
Los domos son acumulaciones viscosas de lava que ascienden lentamente hasta formar protuberancias en la superficie. Están compuestos por lavas dacíticas o riolíticas, muy densas y poco fluidas, por lo que en vez de fluir libremente se amontonan en el cráter o en los flancos.
Con frecuencia se vuelven inestables y colapsan, dando lugar a avalanchas y nubes piroclásticas.
Fumarolas y solfataras
En muchos volcanes, incluso en reposo, se observan emanaciones de gases que sales a través de orificios en el terreno. Estas son las fumarolas, y su temperatura y composición ofrecen pistas sobre lo que ocurre en profundidad.
Las solfataras son un tipo particular de fumarola rica en compuestos de azufre, que deja depósitos amarillentos y olores fuertes.
A pesar de que no son conductos principales, forman parte del sistema superficial y ayudan a vigilar la actividad volcánica.
Columna eruptiva y productos volcánicos
Hasta aquí hemos visto la estructura fija de un volcán, es decir, las partes que forman su esqueleto. Pero cuando llega una erupción aparecen elementos visibles que no son partes del volcán, sino productos y fenómenos transitorios.
Son igual de importantes para entender cómo funciona una erupción, aunque desaparecen o cambian con el tiempo.
Columna eruptiva
Durante una erupción explosiva se levanta sobre el edificio volcánico una columna de gases y fragmentos que puede alcanzar decenas de kilómetros de altura. Su estructura se divide en tres tramos principales:
- Chorro de emisión. La zona más baja, dominada por la fuerza del magma al salir de la boca.
- Columna convectiva. La parte media, donde el material caliente asciende al mezclarse con el aire y se mantiene en movimiento por flotabilidad.
- Pluma de dispersión. El tramo superior, en el que la ceniza y los gases se expanden y se transportan con el viento a grandes distancias.
Todo este proceso está presente durante la erupción. Por eso la columna eruptiva es un fenómeno transitorio: espectacular, pero no una parte estructural del volcán.
Piroclastos
Los piroclastos son fragmentos sólidos expulsados durante una erupción explosiva. Se depositan como tefra y, con el tiempo, ayudan a construir el edificio volcánico. Se clasifican por tamaño:
- Ceniza (< 2 mm). Polvo volcánico muy fino que puede viajar cientos de kilómetros; reduce la visibilidad y afecta a la calidad del aire.
- Lapilli (2-64 mm). Granos y gravilla volcánica que se acumula cerca del foco; forman capas porosas y sueltas.
- Bombas y bloques (> 64 mm). Las bombas volcánicas salen incandescentes y adoptan formas aerodinámicas al volar; los bloques se expulsan ya sólidos y conservan caras más angulosas.
Lava y coladas de lava

La lava es magma que ha perdido gran parte de sus gases y fluye en superficie. Al enfriarse, se solidifica formando coladas que se extienden ampliamente desde el cráter o una fisura. Existen distintos tipos de coladas, como las pahoehoe, de aspecto liso y ondulado, o las ‘aa’, más rugosas y difíciles de atravesar.
Al igual que los piroclastos, la lava modifica la forma del volcán y crea nuevos relieves.
Gases volcánicos y aerosoles
Por otro lado, las erupciones liberan grandes cantidades de gases, principalmente vapor de agua, dióxido de carbono y dióxido de azufre. Estos gases son clave porque influyen en la presión dentro del sistema y en la forma en que ocurre la erupción.
También tienen efectos sobre el clima y la calidad del aire, como muestran las plumas de SO₂ detectadas desde satélites tras erupciones importantes. Sin embargo, igual que las coladas o la columna eruptiva, los gases son fluidos en tránsito, no partes fijas.
Variaciones anatómicas según el tipo de volcán
En la naturaleza no existen moldes perfectos, pero sí patrones. La anatomía cambia según el tipo de volcán y el comportamiento del magma. Esa combinación define la forma del edificio, la profundidad de sus aberturas y la complejidad de su red interna.
En los volcanes en escudo predomina un magma basáltico muy fluido. El edificio se expande en horizontal con pendientes suaves y cráteres someros. Son comunes las erupciones a lo largo de fisuras, que alimentan coladas extensas y superpuestas. En la profundidad, la chimenea principal convive con una red de conductos largos y relativamente simples. Los domos son raros porque la lava no acumula presión suficiente para apilarse.
Los estratovolcanes muestran una arquitectura más compleja. Alternan capas de coladas y depósitos piroclásticos, lo que genera pendientes intermedias o altas y un cráter más profundo. En estos sistemas aparecen con frecuencia domos en el cráter o en los flancos, así como conos adventicios que registran desvíos del flujo. La cámara magmática suele evolucionar durante tiempo prolongado, con mayor contenido de sílice y gases. Todo esto favorece a erupciones explosivas y, en casos mayores, el colapso del techo del reservorio y la formación de calderas.
Los conos de escoria son el caso más sencillo del catálogo. Nacen en una única fase eruptiva, muchas veces breve, que acumula lapilli y bombas alrededor de una boca central. El resultado es un cono de flancos pronunciado y un cráter bien definido. El sistema interno es corto y directo, con una chimenea poco profunda y pocas ramificaciones. Por eso, al terminar la erupción, el edificio queda congelado con una anatomía clara y poco modificada.
En los complejos volcánicos y en las grandes calderas el escenario cambia a lo largo de miles de años. La actividad se desplaza entre distintos centros emisores, aparecen calderas encajadas y se repiten fases de construcción y colapso. En la profundidad se desarrolla una red intrusiva densa, con enjambres de diques y sills que canalizan el magma hacia zonas diferentes según la etapa. En la superficie son habituales los domos recurrentes y los alineamientos de conos menores, que reflejan esa migración del esfuerzo dentro del sistema.
Resumen de la estructura de los volcanes por tipos
Volcanes en escudo
Predomina magma basáltico muy fluido. El edificio crece en horizontal con pendientes suaves y cráteres someros. Son frecuentes erupciones a lo largo de fisuras que alimentan coladas extensas y apiladas. La red interna es larga y relativamente simple; los domos son raros porque la lava no acumula presión para apilarse.
Estratovolcanes
Arquitectura compuesta por capas de coladas y piroclastos, con pendientes medias o altas y cráter profundo. Suelen aparecer domos en cráter o flancos y conos adventicios que registran desvíos del flujo. Cámaras que evolucionan largo tiempo, mayor sílice y gases, más probabilidad de episodios explosivos y de caldera por colapso.
Conos de escoria
Edificios monogénicos formados en una fase corta. Acumulan lapilli y bombas alrededor de una boca central, con flancos pronunciados y un cráter definido. El sistema interno es corto y directo, con chimenea poco profunda y pocas ramificaciones; al terminar la erupción, el edificio queda “congelado”.
Complejos volcánicos y grandes calderas
Sistemas que cambian a lo largo de miles de años, con múltiples centros emisores y calderas encajadas. Alternan fases de construcción y colapso. En profundidad se desarrolla una red intrusiva densa con enjambres de diques y sills; en superficie son comunes domos recurrentes y alineamientos de conos menores.
Mirado así, todos los volcanes comparten piezas, pero las ordenan a su manera. Las partes de un volcán, como la cámara, la chimenea, los conductos laterales y el edificio superficial, se combinan según el tipo de magma y su historia, y de ahí nacen escudos extensos, conos altos con domos o calderas gigantes.
¿Te apetece afianzar ideas y despejar dudas rápidas? Pasa a las preguntas frecuentes y si te quedas con ganas de más, en Volcaneo tienes más guías para seguir explorando el mundo volcánico ¡Un saludo!
Preguntas frecuentes sobre la estructura de un volcán
¿Cuáles son las partes internas y externas básicas de un volcán?
Internas: cámara magmática, chimenea, conductos secundarios, diques y sills. Externas: cráter, caldera, cono y conos adventicios, fisuras eruptivas, domos y zonas de gases como fumarolas/solfataras.
¿Una colada de lava es una parte del volcán?
No. Es un depósito generado durante una erupción. Modifica el relieve y construye el edificio, pero no es un elemento estructural permanente.
¿Cráter y caldera son lo mismo?
No. El cráter es la boca eruptiva, suele ser de escala menor. La caldera es una depresión amplia por colapso del techo del reservorio; muestra anillos y escarpes de colapso.
¿Todos los volcanes tienen chimeneas secundarias o fisuras?
No siempre. Son comunes en sistemas complejos y en episodios laterales o fisurales. Dependen de la presión del magma y del estado de fracturas del edificio.
¿Qué función cumplen los diques y los sills?
Los diques (discordantes) y los sills (concordantes) canalizan e inyectan magma dentro de la corteza. Los diques suelen ser verticales; los sills, más horizontales. Su distribución condiciona la arquitectura y la estabilidad del volcán.







